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miércoles, 14 de julio de 2021
Cuaderno de las Sombras
miércoles, 23 de junio de 2021
Capítulo 1. El camión de mudanzas
El ambiente
no podía describirse exactamente como tenso, pero cualquiera podría haber
adivinado que el grupo sentado en aquella mesa en aquel rincón de la cafetería
parecía tener una conversación pendiente; la hora punta ya había pasado de modo que aunque el local seguía lleno, poco a poco se iba vaciando. El personal iba y venía recogiendo y limpiando mesas y el calor acumulado por las personas comenzaba a disiparse y a dejar de ser asfixiante. Fuera de la cafetería sin embargo hacía aún un poco de frío pese a que el invierno casi había pasado, de modo que estar en interior se agradecía.
Tres de los
cuatro individuos se miraban entre ellos, el cuarto, se limitaba a beber un té
como si nada le afectase.
—Bueno, eh… Qué tal si, no sé, ¿Nos presentamos? Ya llevamos aquí como diez minutos y esto empieza a ser demasiado raro…
—… —El muchacho con el cabello blanco miró a la chica de pelo oscuro, y tras apenas un instante ambos asintieron al unísono antes de que él contestase— Sin duda, eso sería lo mejor. Solo nos pondremos más nerviosos si seguimos en silencio. Yo me llamo Lien, Lien Hugo Morningstar¹.
—Yo soy Nehli Folks². —Continuó ella, aportando una afable sonrisa a su presentación tal y como el propio Lien había hecho—
—… … Y él es Kyrios Valdez³.
—Oh, ah… ¿Por
qué no se ha presentado él mismo, es mudo? —Preguntó con sincera preocupación, algo
asustado de si tal vez pudiera estar ofendiendo a aquel muchacho con el que
tendría que viajar de ahora en adelante. Sin embargo, éste mismo Kyrios
respondió—
Un sencillo “no”
se alzó mientras Lien tomaba aire para responder, luego éste suspiró y observó
a su compañero dar otro sorbo a su té.
—Kyrios es… reservado. —No parecía que Lien estuviera muy convencido con su propia respuesta y las otras dos personas a la mesa tampoco, pero los tres decidieron que era mejor quedarse con eso a intentar buscar otra explicación a por qué Kyrios era así.—
—Ya… En fin.
Quedo yo así que… Nattá Lemaire⁴… Sí, Nattá. Un placer, supongo. —Con una
sonrisa incómoda tras haber dicho su nombre, se rascó tras la oreja en un
pequeño tic nervioso, miró a otro lado y tras una breve pausa miró de golpe
al resto— Lo siento pero ya tengo que decirlo. ¿Se puede saber qué cojones está
pasando? Yo… No entiendo nada, la verdad. Tú, Lien, eres igual de pálido que
yo, que ya es decir porque soy albino, y tienes unas orejas enormes y
puntiagudas, como salido de El Señor de los Anillos. Luego tú, ¿Nehli? Tú también
tienes las orejas de punta pero no son ni de lejos tan grandes como las de
este, ¿Por qué son distintas? ¿Y por qué tenéis los dos un color de ojos tan raro? ¿Y el tío este, que no es mudo pero no habla?
¿Qué coño le pasa? No te ofendas, por cierto... Y sinceramente, él es el que parece más normal de los cuatro,
lo cual me preocupa bastante. Y otra
cosa, ¿Cuál es el rollo del tío de las marcas en la cara, por qué me ha dejado
tirado con vosotros? NO OS CONOZCO.
En cuanto enfatizó esas últimas palabras, Nattá respiró hondo y resopló, se llevó literalmente las manos a la cabeza y se quedó así mirando su propia taza de té como si fuera lo más interesante del mundo. Estaba agobiado, algo asustado y algo tenso también. Su vida había cambiado mucho en apenas un par de meses, y justo cuando empezaba a acostumbrarse acababa en ni sabía dónde con tres desconocidos.
Lien y Nehli
se miraron entre ellos con gesto preocupado, preguntándose cómo responder a sus
preguntas sin aturullar demasiado al chiquillo, entonces y para su sorpresa,
Kyrios soltó la taza y alargó un brazo hacía Nattá, dió unas suaves palmaditas
en su espalda y luego comenzó a frotarla lentamente. Nattá alzó la cara para ver quién le tocaba, confuso, mucho más al ver que era aquel tipo reservado el que al parecer estaba
intentando consolarle. Por unos segundos se quedó absorto en su rostro; Kyrios
tenía la barbilla cuadrada y pese a su tono de piel algo oscuro, también tenía
pecas. Sus rizos castaños enmarcaban su rostro y tanto ojos, como boca y cejas
estaban firmes en una posición tan recta que resultaba incluso cómico. Su
expresión no podía describirse como seria, tal vez uno diría neutral, como si
nada en el mundo pudiera perturbarla, y el color de su iris, dorado como los
pétalos de un girasol, tenía un fulgor hipnótico.
No supo
cuánto pasó antes de que desviase la mirada hacia su taza sintiendo una
extraña sensación de calma recorrerle el pecho, la cogió entre sus dedos y dió un sorbo mientras
Kyrios apartaba la mano sin quitarle ojo. Una vez Nattá tragó, respiró hondo,
miró al muchacho y apenas pudo conectar un segundo antes de que volviera a
apartar la mirada, así que la dirigió ahora hacia Lien y Nehli, a quienes
ofreció una disculpa. Por supuesto también incluyó en ella a Kyrios pese a que
éste había mantenido la misma expresión desde que se habían sentado.
—Está bien, de verdad, tranquilo… No has dicho nada que no sea cierto pero deduzco que no eres de por aquí. Eres un humano de El Otro Lado, ¿Verdad? ¿Hace cuánto que estás aquí?
—¿Qué, El Otro Lado? Espera, ¡¿Me he muerto?!
—¿Qué? No, no. No, no te has muerto. Es… Solo es que estás en otro universo, somos algo paralelo al mundo que tú conoces...
—Oh, ya,
claro. Sí, eso tiene mucho sentido, por eso las… —Pese a lo calmado que había
estado hasta hacía un momento, los nervios de Nattá comenzaron a aflorar de
nuevo de manera obvia. Se señaló sus propias orejas para hacerse entender— … y
los… —Esta vez se señaló los ojos, luego volvió a respirar hondo— Ya sé que yo
mismo no desentono mucho con vosotros pero… Necesito preguntas… No, respuestas,
perdón. Esto es…
De nuevo
esbozando una cálida sonrisa, Nehli apremió a Nattá a seguir respirando para
recuperar algo de calma antes de sugerirle que les contase con detalle cómo
había llegado hasta ese punto. Al parecer tenían tiempo de sobra para escuchar,
y según creían ella y Lien, tal vez después de compartir con pelos y señales su
experiencia pudieran empatizar con él, o tal vez encontrasen alguna pista sobre
cómo habían acabado juntos exactamente, o quizá Nattá se sentiría más cómodo y
relajado. Era algo positivo fuera cual fuera el resultado de modo que se acomodaron
en sus sillas y aguardaron a que el muchacho ordenase sus pensamientos y les
pusiera al día.
—Vale, veamos… Fue hace como dos meses… Era viernes. Acababa de llegar del instituto y mis padres estaban como siempre así que fui a mi habitación a dejar la mochila como si nada. Luego fui a la cocina para almorzar y mi madre dijo que habían puesto la feria y que llevase a mi hermana, Claudia, esa misma noche porque ella tenía que hacer no-sé-qué cosa, no la escuché bien pero tampoco me importaba… Yo adoro a mi hermana así que dije que si, que la llevaría. —Nattá se percató de que sus oyentes parecían sorprendidos, así que no pudo evitar sonreír un poco— No creáis que tengo tan buena memoria. Escribí qué había pasado cuando llegué y a veces echo un vistazo... Entonces, dije que llevaría a mi hermana a la feria, si… Pues hice los deberes, hablé con mis amigos sobre qué hacer el sábado, escuché música, nada raro. Fui al cuarto de Claudia por la tarde, la ayudé a vestirse y nos fuimos. Ella es… —Con esa pausa la expresión del muchacho se volvió cálida al extremo. Una dulce sonrisa curvó sus labios y aunque miraba hacía la taza de té uno podría jurar que veía a su hermana en el reflejo por el brillo instalado en sus ojos. Que Nattá adoraba a su hermana era algo evidente viendo su rostro en ese momento— Ja, es una niña estupenda. A veces tiene berrinches, si, pero la verdad es que suele portarse bastante bien. Para lo enana que es, es súper atenta y amable y… Oh. Ejem, perdón. —Carraspeó un poco más queriendo recuperar la compostura, algo avergonzado— Vale, pues el día estaba bien así que pensé que podríamos ir andando y coger el autobús para volver cuando Claudia estuviera cansada.
—… Tampoco es que me acuerde de todos los que ponen un puesto así que no sabría decir si había alguien sospechoso. Paseé con Claudia por la avenida, nos paramos varias veces a que mirase lo que vendían… Yo… —En esta ocasión fue la expresión de Nattá la que tembló. Pese a que sonreía, sus labios temblaban intentando evitar una mueca afligida, algo normal para un chico tan apegado a su hermana y que estaba perdido en un mundo que no conocía, sin saber nada de ella— Le compré una diadema artesana. Era… Es de madera, muy fina, azul, con unas florecitas blancas pegadas así como de tela, muy suaves… Claudia estaba muy guapa porque tiene el pelo oscuro así que resaltaba mucho y, aah… Un ángel… —De nuevo se hizo obvio el cariño que profesaba hacía ella, y de nuevo parecía que Lien tenía hormigas en la espalda, removiéndose en su silla con un ligero carraspeo que disimulase sus verdaderos sentimientos— … Um… Seguimos caminando, y le avisé de que no podía comprarle nada más aparte de la cena para que no se hiciera ilusiones, pero un vendedor llamó su atención. Me convenció de que probase su juego, solo tenía que pagar dos euros y podría tirar cuatro veces. Era un juego de estos de lanzar pelotitas y derribar botellas para conseguir un premio y era tan barato y Claudia me estaba poniendo una carita que ¿Cómo iba a negarme?
—Contrario a la expresión de su amigo, Nehli parecía empatizar mucho mejor con el sentimiento que expresaba Nattá y mantenía una sonrisa que solo se volvía algo más pequeña cuando notaba a Lien agobiarse, momento en que volvía a apretar un poco su pierna para recordarle su presencia a su lado— Adorable...
—Mi puntería no es precisamente buena así que solo pude conseguirle una
pelotita de esa serie de dibujos de una superheroína vestida de mariquita o
algo así, en fin. A ella le gustó así que eso me salvó el culo… a medias,
porque ya podría haberle conseguido algo que no rodase y no estaría aquí… Total, que después de otro rato yendo de aquí para allá dijo que tenía hambre, así que
nos dirigimos a la zona de comida cuando, pese a la de veces que le advertí que
no jugase con la pelota mientras andábamos, se le escapó y salió rodando.
Claudia empezó a chillarme como una rata así que tuve que ir detrás de la
dichosa pelota, y la vi meterse dentro de la casa de alguien. Fatal todo, la
verdad.
—Eso suena problemático...
—Lo fue... Nos encontramos a una vecina mientras nos acercábamos a la casa y se ofreció a comprarle algo de picar a Claudia mientras yo
buscaba su pelota tras contarle la situación pero adivinad qué pasó entonces… —Intentando amenizar la historia, quiso de verdad darles la oportunidad de que adivinasen pero los tres se quedaron en silencio, intrigados— ¿No? Quien fuera que había en la
casa lanzó la pelota a toda hostia, no me dio en la cara de milagro, y pues… Me
tocó correr detrás y seguirla mientras rebotaba y rodaba por todas partes, porque era eso o que Claudia llorase por el resto de la noche. La
vi entrar volando en un camión de mudanzas abierto, así que me dije eh, si te
das prisa igual nadie se entera y no acabas secuestrado sin querer... Así que me
metí en el camión, moví algunas cajas y me alumbré con el móvil para buscar la
pelota porque de la calle casi no entraba luz y… Al fondo del todo había algo
bastante alto cubierto con una sábana. Me dio bastante mal rollito pero claro,
la estúpida pelota tenía que haber acabado justo al pie de esa cosa.
—De pronto Nattá se calló; Kyrios había carraspeado y por supuesto todos pensaron que iba a hacer un inciso, pero tras unos segundos y darse cuenta de que parecían esperarle, tan solo negó con la cabeza y siguió bebiendo té. Lien puso los ojos en blanco— Por favor, sigue...
—... Me acerqué a coger la pelota con la piel de gallina porque ODIO los fantasmas y todas esas movidas… y cuando la cogí quise irme echando hostias pero ja, me tropecé con la estúpida sábana y casi me mato. Entonces me giré a mirar por instinto, claro, y resulta que era un espejo. Un espejo dentro de una jodida jaula. ¿Qué clase de persona tiene eso? Hasta las pestañas se me pusieron de punta… porque si el interior del camión estaba oscuro salvo por la poca luz que entraba de fuera, y yo tenía el teléfono en la mano apuntando con la linterna hacía el espejo… ¿Por qué coño el espejo no reflejaba la luz… pero a mi sí? Me asusté tanto que la dichosa pelota se me volvió a escapar, y al querer atraparla me acerqué demasiado a la jaula y… Sentí que me llamaba.
—¿Que te llamaba? ¿Literalmente?
—No. No lo sé... Algo, alguien, el espejo ese maligno me llamaba, no sé cómo explicarlo... En fin, era imposible que mi mano cupiera entre los barrotes, fue como si
desaparecieran para que pudiera tocarlo… y… cuando abrí los ojos otra vez
me acababa de dar un buen porrazo contra el suelo como si hubiera caído desde
arriba. Estaba en medio de un puñetero prado, con el sol cayendo, y nada ni
nadie a mi alrededor.
—... —Una vez más Lien y Nehli se miraron entre ellos con expresión severa, luego fue ella quien habló— Ese espejo debía ser un portal, no hay duda... pero lo de que te llamase no sé cómo explicarlo...
—Imagínate yo... Eso de por sí
ya me tenía acojonado, y entonces no podía pasar nada mejor que escuchar una
especie de alarido, lo cual teniendo en cuenta que casi todo lo que podía ver
era hierba y colinas pues… no ayudaba a mantener la calma. Ejem. Me levanté del suelo
y empecé a mirar a todas partes con un miedo que no he sentido en toda mi vida. —Con un escalofrío recorriéndole la columna se agitó un poco por un instante e incluso se frotó un poco los brazos— ¿Qué se suponía que tenía que hacer? Con la de pelis que he visto sé de sobra
que toda opción era malísima para mi así que pf, me quedé quieto por no sé
cuánto tiempo hasta que vi una sombra en el suelo. Miré hacía arriba y vi un
bicho gigante bajar en picado a por mí. Yo grité, eché a correr, mi pierna
decidió que era el mejor momento para darme un calambre, me caí, y entonces
escuché otra vez el quejido de esa cosa. Cuando me giré a mirar estaba en el
suelo, retorciéndose.
—Con bicho no te refieres a insecto, ¿Verdad... ?
—No, no, era una especie de pájaro. Total, que todavía no había sido capaz de ponerme en pie cuando vi a un tío a su lado, con el pelo largo en una coleta alta, azul súper azul como el cielo y con una cara de mustio mucho peor que la de Kyrios… Quiero decir, Kyrios parece que está muerto por dentro, pero ese tío más bien parecía que te mataría solo porque sí. Daba bastante miedo, pero cuando me vio ahí tirado no hizo nada. No sé si me salvó porque sí o por qué pero… le di las gracias antes de que se fuera. Creo que le había arrancado las garras a esa cosa pero preferí no fijarme mucho.
—¿Y no pensaste en pedirle ayuda? —Cuestionó Lien con algo de curiosidad, tanto por la historia como por aquel sospechoso hombre de pelo azul—
—Me di cuenta de que igual le tenía que haber pedido ayuda cuando ya se había ido ¡Pero! Entonces tuve un golpe de suerte y vi un rebaño de ovejas a lo lejos. Ovejas fuwafuwa⁵, aunque en ese momento no tenía ni idea de que se llamasen así, yo solo veía unas ovejas bastante grandes y con una cantidad de lana bestial. Fui tras ellas buscando al pastor y cuando lo encontré e intenté hablar con él, no entendí ni media de lo que decía. Sorpresa, resulta que estuviera donde leches estuviera, no era Francia. —En ese momento Nattá tuvo que aguantarse la risa, porque de todo lo que había dicho había sido ahora cuando sus oyentes parecían desorientados. Era divertido ser él quien mencionase lugares que los otros no conocían— Total que se ve que le di pena al hombre y básicamente me obligó a ir con él, pero en ese momento me alegré. Había un pueblecito no muy lejos del prado, súper pequeño, muy pocas casas y todas con pinta humilde. El pastor me llevó a su casa, me presentó a su mujer y a su hija y yo que seguía sin entender sonreí y asentí confuso como el guiri que era. En fin, que al final empecé a comunicarme con ellos con dibujitos, fíjate qué cosa más tonta. No estoy seguro de si entendieron bien que venía de, El Otro Lado, ¿No? —Lien asintió— Pero me dejaron quedarme. Ya tuve que darles pena… Ejem. Básicamente me adoptaron. Me enseñaron a pastorear las ovejas, a cocinar, me dejaban de canguro de su hija.
—Eso no suena tan mal. Tuviste mucha suerte de caer cerca de un pueblo, menos mal. —Pese a que acababan de conocerse Nehli parecía genuinamente aliviada por el destino de Nattá, lo cual hizo sentir mejor a este—
—Al principio era todo muy confuso y salir con las ovejas me daba pánico por si otro pajarraco de esos aparecía pero me fui acostumbrando. Intentaba preguntarles cómo podía volver pero o no me entendían o no lo sabían, así que no me quedaba otra que seguir viendo los días pasar. —Hizo una pausa para dar un sorbo al té, luego continuó— Un día el pastor me llevó a la ciudad. Íbamos a vender la lana por lo que entendí, y allí me encontré al tío ese de las marcas en la cara, ¿Cómo se llamaba… ? ¡Ah! Luada. Bueno, pues este Luada resulta que me entendía. Yo, claro, flipando. Además, pf, estaba esperando a que el pastor hiciera lo suyo y hablando en voz alta para mi mismo cuando se me acerca Luada por detrás y me responde en francés, así que le pedí ayuda y explicaciones. Me dijo dónde estaba y que necesitaba una cosa llamada Miffya⁶ para poder comunicarme con los demás. —Lien y Nehli hicieron un oh de entendimiento— No iba a ir a ningún sitio sin poder hablar con la gente así que le pedí que me ayudase a conseguir esa Miffya, él habló con el pastor y aparentemente me quedé a su cuidado. Luego quise matarle porque me cogió en brazos y echó literalmente a volar. Casi me da un infarto.
—Lien se llevó una mano a los labios mirando a otro lado, aguantándose la risa y es que la manera de hablar de Nattá, el cómo contaba las cosas, le resultaba divertido y ya no podía aguantar más— Perdona. Sigue.
—… —Nattá juzgó un poco al pobre Lien, pero rápidamente retomó su narración ya que en el fondo no le importaba que se hubiera reído— Total, me llevó a una especie de templo, me dijo que le rezase a una tortuga y le pidiera la bendición para comunicarme, luego noté como calorcito en el pecho y pum. Empecé a entender lo que decían todos los que estaban por ahí rezando también y haciendo ofrendas. Fue… mágico, si… Y bueno, luego vinimos aquí porque tenía algo que enseñarme, nos encontramos con vosotros y ya sabéis el resto… Echó a volar y dijo que cuidaseis de mi en el proceso.
Después de
haber contado todo aquello y de haberse bebido dos tazas de té en el proceso,
se sirvió la tercera con una sonrisa nerviosa mientras los otros tres se
miraban entre ellos intentando intercambiar opiniones mentalmente. Kyrios
seguía sin mover ni un músculo de la cara, Nehli parecía encontrar la historia
un poco divertida, y Lien, sin dudas, parecía intrigado. Unos segundos más de
silencio pasaron antes de que Nattá soltase una risotada y les suplicase una
respuesta con cierta desesperación en la voz, como si en aquella cafetería
fuera él a quien pudiera tomar por loco.
Lien alzó las
manos pidiéndole calma y paciencia, respiró hondo y las bajó despacio como si
temiera que un movimiento brusco asustaría a Nattá como si fuera un pequeño
animalito salvaje.
—Por el momento, hay una cosa en la que estamos de acuerdo… A partir de ahora, estamos juntos. Tenemos una misión que cumplir así que tendrás que venir con nosotros pero no te preocupes, te protegeremos.
—… Ya, tu crees que eso me alivia pero la verdad es que no. No, de hecho ahora tengo más miedo que antes.
—Oh… Lo siento pero me temo que es la verdad. En un principio no debería ser peligroso, si eso te sirve…
—Aah… En realidad no.
—…
Tras tantos
intentos fallidos, Lien apretó ligeramente los labios y guardó silencio sin
saber qué decir para aliviar las preocupaciones ajenas, desvió la mirada e
intentó dar con las palabras adecuadas. Nattá por otro lado había comenzado a
recordar el alarido de la bestia alada que lo atacó hacía dos meses. Una y otra
vez ese ruido lo atormentaba como había hecho las dos primeras semanas. Estaba
comenzando a desesperarse cuando, en un intento por distraerse, miró de golpe a
Lien, luego a Nehli y Kyrios y decidió quedarse mirándola a ella.
—Vosotros… conocéis a ese Luada, ¿No? ¿De qué… ? No, espera, ¿De qué os conocéis vosotros? Sois un grupo un poco rarito…
—Nehli abrió
la boca con una sonrisa incrédula al oír semejante declaración. Miró a Lien y a
Kyrios, a sí misma, y se cuestionó qué tenían de raro antes de negar con la
cabeza y mirar de nuevo a Nattá. Decidió que era mejor ignorar ese comentario—
Lien y yo crecimos juntos, éramos vecinos. Luego… una tragedia cayó sobre
nuestro pueblo y, resumiendo, nos tocó emprender un viaje para encontrar al
responsable. Encontramos a Kyrios malherido en la cueva que hay que atravesar
para salir del pueblo, Lien también acabó herido y… —Bajó la mirada, angustiada
solo de recordar, tragó saliva y jugó un poco con sus dedos en un deje
nervioso antes de continuar— … de no ser por la ayuda de ciertas personas, no
creo que ninguno hubiera salido con vida de allí… Luada estaba con ellos así
que, digamos que le hacemos este favor para devolvérselo a ellos y porque
igualmente, sería cruel dejarte a tu suerte.
Por una vez
Kyrios asintió con la cabeza, una sola vez, pero al menos por fin daba una
señal de que estaba prestando atención. Nattá también asintió un par de veces con
la cabeza al ser incapaz de encontrar qué decir teniendo tanto que digerir, dio
un último sorbo a la taza de té y resopló con suavidad mientras se empujaba
para alejarse un poco de la mesa y ponerse en pie. Volvió a rascarse tras la
oreja, se apoyó en el respaldo de la silla y agachó la cabeza como si intentase
que las ideas bajasen más deprisa, respiró hondo abarcando todo el aire que
pudo, y lo soltó lo más despacio que pudo también.
—Vale… Vale,
vais a tener que explicarme muuuchas más cosas… ¿Pedimos algo de comer? Esto va
para largo…